Por Alicia Benmergui
La Modernidad y los Sefardíes
Familias, Negocios y Tradición

Ambiente comercial
en la vieja ciudad de Mogador.

Essaouira o Mogador

Essaouira o Mogador
Continuación
del margen derecho
La condición de los judíos creció y otros llegaron del exterior para establecerse en Marruecos. Algunas personalidades judías alentaban la amistad con los Estados Unidos, donde sus parientes habían emigrado y con quienes tenían importantes relaciones comerciales. Isaac Cardozo Nunes, un traductor del Sultán en Marrakesh, e Isaac Pinto, un marroquí establecido en los Estados Unidos, fueron ampliamente responsables por la firma de un tratado entre Marruecos y Estados Unidos en 1787, donde el congreso norteamericano pagaba a Marruecos por la protección de los barcos norteamericanos que circulaban por el Mediterráneo. Mulay Muhammad introducía a los judíos en todas sus negociaciones con los Estados cristianos. Los de la comunidad de Tetuán, cuyos miembros incluían algunos ricos mercaderes y quienes como en Mogador, actuaban como cónsules, rehusaron participar en la rebelión del hijo del sultán, Mulay al-Yazid, con un importante préstamo, que él les había solicitado. Cuando llegó al poder, Mulay al-Yazid (1790–92) se tomó una cruel venganza descargando su odio sobre todos ellos. Las terribles epidemias de 1799 y 1818 despoblaron Marruecos e hicieron estragos con las condiciones sociales y económicas existentes. Como consecuencia, algunas de estas familias emigraron a Inglaterra, donde obtuvieron un lugar prominente dentro de la sociedad judía de Londres. Uno de los miembros de la familia Levy-Yuly, Moses, emigró a los Estados Unidos, donde su hijo David Yulee llegó a ser el primer senador de origen judío.
Fuente:
Trabajo presentado en el Simposio Internacional de Estudios Sefardíes- Año 2007
Publicado en SEFARDICA Actas del Simposio Internacional de Estudios Sefardíes- 30 Años del CIDICsef Nº 17 - Mayo de 2008
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Desde tiempos muy lejanos los judíos fueron viajeros que llegaron desde Egipto hasta la China, recorriendo la legendaria Ruta de la Seda, navegando por el Océano Indico. Recorrieron la lejana Rusia y atravesaron el Desierto del Sahara llegando hasta el corazón del África. Convirtieron a tribus magrebíes y concitaron el suficiente respeto y adhesión para que la tribu de los jázaros se convirtiera al judaísmo.
Por ese tiempo la clasificación que dividió al judaísmo entre azkenazim y sefaradim no existía, esta división recién tendrá lugar con la expulsión de los judíos de Castilla. Pero los judíos descendientes de los expulsados, formarán parte de diferentes grupos, judaizantes secretos, criptojudíos etc., otros continuarán recorriendo el mundo a la búsqueda de mejores oportunidades existenciales y económicas. Lo harán de diversas maneras, pero de algún modo se constituirán en una avanzada del judaísmo en la Edad Moderna, que participarán del mercado internacional y muchos de ellos lo harán ocultos tras una identidad española o portuguesa y católica. Algunos desde el temprano Siglo XVI tendrán una relevante actuación al servicio delos sultanes y reyes de Marruecos, sirviendo de intermediarios y embajadores con las monarquías europeas. Más tarde recorrerán los mares, participarán de eventos importantes en el Nuevo Mundo y tejerán redes mercantiles y familiares a lo largo de los más importantes puertos de la época.
Nuestro trabajo se basa en la investigación sobre como articulaban estos judíos las redes de parentesco con sus intereses económicos y como esto conectaba regiones muy lejanas entre si como América y África. Como participaron de importantes eventos políticos y de que manera la trashumancia, los cambios y mudanzas de esos grupos familiares y regionales marcaron y dejaron señales distintivas en esas comunidades en las que aun hoy, continúan actuando de un modo muy semejante al que lo hacían sus antepasados. Esos que construyeron una nueva identidad, muy equiparada con la modernidad y que fue muy adelantada y diferente a lo que harán luego los aszkenazim, sobre todo los de Europa Oriental.
Los Judíos del Mediterráneo
Indagar en la historia de los judíos que vivieron a las orillas del Mediterráneo, en especial en las costas del norte de África y de la península ibérica es encontrarse con una red muy intrincada de viajeros e inmigrantes, determinada por los azares políticos y religiosos. De acuerdo a las circunstancias, numerosas personas cruzaban el Mediterráneo en una y otra dirección, ya sea rumbo a la Península Ibérica, a Sicilia o Italia, ya sea huyendo de allí para establecerse en las islas que pueblan ese mar, directamente en el Norte de África o a veces hasta en el Medio Oriente, especialmente donde les fuera permitido en la antigua tierra de Israel.
Ese nicho geográfico y cultural conformado por el Mediterráneo dio lugar a una historia judeosefardí extremadamente intrincada, donde el peregrinaje de unas costas a las otras, atravesando los mares estableció una forma de existencia trashumante y cosmopolita.
De acuerdo al historiador David Corcos en “Studies in the History of the Jews of Moroco” editada en Jerusalem en 1976, los judíos que habitaron en Marruecos desarrollaron un movimiento de flujo y reflujo desde la Península Ibérica hacia el norte de África huyendo de las persecuciones de los visigodos y luego retornando con las tropas musulmanas que desembarcaron en el año 711. Con la llegada de los almohades, muchos judíos que habitaban en el Al Andaluz se establecen en África del Norte, uniéndose a la población judía ya existente. En las expulsiones de los reinos de Aragón en 1348 y luego la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492, numerosos judíos se instalarán en África del Norte, y muchos de ellos, los más importantes y capacitados desempeñaron puestos muy importantes al servicio de los reyes de Portugal ya sea como traductores y negociadores. Eran recompensados con favores y concesiones excepcionales para la época y para el trato que se acostumbraba otorgar a los judíos.
Actuaban como embajadores y mediadores entre el reino de Marruecos y los europeos, frecuentemente para el desempeño de sus cargos se instalaban en Portugal, donde entre otras cosas inducían a los Marranos a establecerse en Marruecos para retornar al judaísmo. Marruecos durante el Siglo XVI era un refugio para los critptojudíos que llegaban allí desde la Península Ibérica, de las Islas de Madeira, las Azores, las Islas Canarias, y aun desde las Américas. En Tetuán, Fez, Meknes, y Marrakesh había centros de reconversión al Judaísmo. Algunos de ellos transfirieron exitosamente sus fortunas mientras que otros llegaban como artesanos especializados, en particular los que eran armeros, y que obtenían trabajo inmediatamente. Los Marranos fueron los primeros que introdujeron un nuevo proceso para la extracción de la caña de azúcar y su refinamiento. Estos métodos que inventaron en Marruecos produjeron el azúcar de mejor calidad durante los siglos XVI y XVII.
Los judíos de Marruecos eran de naturaleza emprendedora, por esa razón viajaban a lugares muy lejanos a la búsqueda de mejores oportunidades para sus negocios, tales como la India. También se habían ganado un espacio en la Toscana, y en el noroeste de europeo. Esta actividad estaba relacionada con los cambios políticos que tuvieron lugar en los Países Bajos desde donde se estaba intentando asfixiar económica y políticamente al Imperio Español. De acuerdo al historiador Corcos, los gobernantes de Holanda y de Marruecos firmaron, gracias a la intervención del judío Samuel Pallache, el primer acuerdo entre un Estado musulmán y uno cristiano.
Los sultanes de Marruecos siempre tuvieron como consejeros y funcionarios a judíos expertos en estos temas, los que a su vez también actuaban como protectores naturales de las masas de judíos pobres, que eran la mayoría.
En la constante trashumancia de estos judíos de origen sefardí, familias de los “Judíos Francos” como eran llamados los de Livorno y Holanda se instalaron en Marruecos. Algunos lo hicieron atraídos por el tráfico de los piratas que operaban desde Safi y Tetuán.
En ese momento, a fines del siglo XVII y principios del XVIII, Tánger, se hallaba bajo el dominio británico, desde 1661 residía allí una pequeña comunidad de judíos francos que se relacionaban con los musulmanes a través de los judíos de Tetuán.
Hasta que los ingleses evacuaron Tánger las familias Pariente y Falcón, eran mediadoras muy importantes entre los ingleses y los musulmanes.
Pero estos judíos de Marruecos, los que podían, también se dirigieron desde allí hacia otras regiones como Tierra Santa, Egipto,Turquía, Italia,(especialmente Livorno y Venecia) Amsterdam, Hamburgo, Inglaterra y hacia América, del norte y del sur. . Ocasionalmente, en su edad madura y una vez que hubieran hecho fortuna, los emigrantes retornaban a sus comunidades de origen. En Tetuán y mas tarde en Mogador esta era una práctica frecuente.
Siempre de acuerdo a los datos proporcionados por Corcos, para 1767 la comunidad de Safi logró ponerse a la cabeza del comercio extranjero de Marruecos, mientras que la de Agadir adquirió el monopolio sobre el comercio con el Sahara. Por el contrario la prosperidad de los judíos de Mogador empezó mucho después de la salida de los portugueses, en 1765, con la creación del nuevo puerto, creado por el sultán Sidi Mohamed ben Abdallah.
Los moros y cristianos se resistieron a trasladarse allí por lo que el consejero del sultán y embajador en Dinamarca, el judío Samuel Sunbal, el último "sheikh" de la judería marroquí le aconsejó que invitara a algunas familias judías, entre las más escogidas, para que enviaran a alguno de sus miembros para representarlas en la ciudad. Los privilegios que les otorgarían serían inmensos, y las personas por designar debían tener relaciones comerciales con el extranjero y parientes instalados en Europa. De los diez escogidos, siete eran descendientes de Megorashim, es decir de origen sefardí, Abraham Sunbal y José Delvante, de Safi; Maimon Corcos y Salem Delmar, de Marrakech; Moisés Aburdaham, de Tetuán; David Peña, de Agadir; Moisés Anahory, de Rabat.
El desarrollo de la nueva ciudad y de su comunidad fue espectacular, contando con dos mil personas en 1770 y más de seis mil en 1785. El comercio de joyas, fue una de las ocupaciones tradicionales de la comunidad judía de Essaouira o Mogador, que antaño residió en la Mellah, junto a las murallas del noroeste.
Atraídos por su dinamismo, afluyeron comerciantes de varios puntos del país y de fuera de Argelia, Livorno, Amsterdam, etc. A la inversa, también se produjo una emigración hacia Inglaterra principalmente hacia Londres, Manchester, Liverpool, Porthmouth y Newcastle, que se convirtieron en ciudades con una importante población sefardí. Se multiplicaron, en definitiva las relaciones comerciales y en la villa sureña fue penetrando cada vez más la influencia británica.
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